Escribo este último editorial para LASA Forum inmediatamente después de nuestro más reciente congreso, Poner el cuerpo en Latinx América, realizado entre el 23 y el 26 de mayo de 2025 de forma híbrida desde la ciudad de San Francisco. Ya lo he dicho antes: organizar este evento representó un gran esfuerzo por parte de nuestra asociación, dadas las catastróficas políticas implementadas en los Estados Unidos tras la reelección de Donald Trump como presidente.
Fueron muchos los obstáculos que enfrentamos: desde la suspensión de la exención de visados para miembros que participarían en el congreso, hasta la implementación de políticas y prácticas hostiles hacia migrantes y visitantes, el acoso a universidades y centros de educación crítica, la cancelación de financiamientos federales para proyectos, entre muchos otros. Y, sin embargo, logramos con éxito lo que nos propusimos desde el inicio: ejercer nuestro legítimo derecho a pensar, presentar y amplificar nuestros conocimientos y saberes. Poner el cuerpo en Latinx América alertó acerca de la urgencia de nuestro trabajo, innovó en las formas de concebir un congreso sobre nuestro campo e inscribió la necesidad de entender el cuerpo como nuestro primer dispositivo político en tiempos de giros neoconservadores y autoritarios, tanto dentro como fuera de nuestra región.
En mi última sesión como presidente, el Consejo Ejecutivo de LASA alcanzó un consenso importante. Luego del congreso de 2026, que se celebrará en París —aprobado mucho antes de mi llegada a la presidencia—, durante los tres años siguientes el congreso anual se realizará en América Latina. Nos proponemos asociarnos con universidades y centros de investigación, como la Universidad Diego Portales de Chile —donde se realizará nuestro congreso en uno de los tres próximos años—, para tender puentes más sólidos entre LASA y nuestros socios naturales, así como para hacer más accesible la participación en nuestra asociación profesional.
En 2026, LASA cumple 60 años, y esta celebración requiere nuevas formas de liderazgo y conducción. En el pasado reciente, hemos celebrado congresos en ciudades como Río de Janeiro, Lima y Bogotá. LASA2024, organizado por mi colega Jo-Marie Burt junto con la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, consolidó un modelo a seguir. Por ello, esta nueva ruta para LASA nos obliga a repensar los alcances de nuestra asociación y a hacer más inclusivas las formas en que organizamos nuestro congreso internacional.
Asimismo, LASA ha decidido consolidar otros espacios de encuentro, como los congresos continentales —el próximo tendrá lugar en Melbourne, Australia, en noviembre de 2025, organizado por mi colega y expresidenta de LASA Margarita López Maya— y los congresos regionales, que buscan dinamizar áreas menos representadas en el congreso anual y fortalecer aquellas con mayor participación. Estos congresos regionales, que esperamos sean bienvenidos y organizados en conjunto con las secciones de LASA, también tienen como objetivo activar la participación local, permitiendo una mayor inclusión a menores costos. En definitiva, se trata de construir una LASA más justa y equitativa.
Quiero insistir en algo que menciono cada vez que hablo de la asociación que he presidido desde junio de 2024 y a la que pertenezco desde hace veinte años: LASA es mucho más que un congreso. Es una asociación robusta, compuesta por diversas iniciativas y programas que fomentan una vinculación más cercana con nuestra membresía. Y, justamente, LASA se sostiene gracias al trabajo no remunerado de voluntarixs, cuyo compromiso y liderazgo hacen posible que nuestros programas existan. Gracias a ello, LASA ha logrado innovar y podrá seguir haciéndolo en los años venideros.
No obstante, los retos y tareas pendientes son numerosos. Durante mi presidencia, he insistido en la interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad como objetivos impostergables. Todas las disciplinas que conviven en LASA comparten un terreno común, lo que nos brinda el privilegio de fomentar debates que trascienden nuestras áreas específicas. En esta amplitud radica la especificidad —y, si se quiere, la magia— de LASA. También hemos discutido la necesidad de un nuevo plan estratégico que defina los propósitos y metas para los próximos cinco o diez años. El mundo se transforma a gran velocidad, y esto exige que LASA repiense cómo dialoga e interactúa con su entorno, así como sus políticas internas, para contrarrestar la erosión del pensamiento crítico, de la defensa de la libertad académica y del respeto por los derechos humanos.
Esta nueva ruta para LASA parte de un debate horizontal y franco, con la participación de nuestra membresía y de quienes han dirigido, dirigen y dirigirán la asociación. ¿Qué aporta LASA a nuestro trabajo académico? ¿Cuál es su relevancia en tiempos de algoritmos e inteligencia artificial? ¿Fortalece LASA a nuestra región y a la diseminación de sus saberes? Sin lugar a duda, esta nueva ruta implica alejarnos de los hoteles y centros de convenciones aislados de los espacios naturales que también son nuestros hogares. LASA no debe ser una experiencia vacacional o turística. Resulta necesario reinventarse en las formas más efectivas de organizarnos para que LASA sea, verdaderamente, una organización para vincularnos, vincularnos más.
Las 41 robustas secciones descentralizan LASA y la convierten en una asociación más plural, con iniciativas más ambiciosas. A pesar del fortalecimiento indiscutible de las secciones en los últimos años —como la decisión, durante mi gestión, de otorgarles representación con voz y voto en el Consejo Ejecutivo—, debemos continuar trabajando juntamente con ellas, apoyando iniciativas de precongresos, trabajos de campo y relaciones con las ciudades y países que visitamos. Nuestro congreso en San Francisco insistió en la necesaria relación con centros culturales, asociaciones vecinales, cooperativas, organizaciones de migrantes y otras iniciativas locales, de las cuales tenemos mucho que aprender. Abrir espacios a activistas, artistas, gestores y otros profesionales hace de LASA una asociación más fuerte y compleja. LASA debe evaluar sus prioridades y entender cuál es la manera más estratégica y efectiva de incidir e innovar en nuestros campos de estudio.
Agradezco, una vez más, a mis colegas, al secretariado y a toda la membresía de LASA por su confianza y trabajo mancomunado. Ha sido un honor y una gran responsabilidad liderar esta asociación. Para concluir, insisto en la urgente necesidad de visibilizar y reconocer el valor de las humanidades, disciplinas que, en tiempos como los que vivimos, son constantemente vilipendiadas e incluso criminalizadas. Una nueva ruta para LASA no es posible sin las humanidades ni sin la participación activa de todas las disciplinas que hacen posibles nuestros conocimientos y saberes.
Espero haber contribuido, desde mi rol, a una labor pedagógica que permita que, en los próximos años, las humanidades sean valoradas y comprendidas como disciplinas de creciente importancia en el mundo contemporáneo. Extiendo una invitación especial a mis colegas humanistas: nuestra participación en LASA es hoy más urgente que nunca. Integrarse a comités, liderar iniciativas, postularse a cargos de representación, nominar nuestros trabajos, libros, intelectuales y líderes a premios y reconocimientos: todo ello constituye la base de una asociación profesional sólida. Está en nuestras manos defender la legitimidad, relevancia y urgencia de nuestros campos de estudio, y promover una nueva ruta para LASA frente a los cambios que se avecinan.
No quiero despedirme sin antes dar la bienvenida a los nuevos miembros electos del Consejo Ejecutivo, así como a nuestro actual presidente de LASA, Max Cameron, y a la vicepresidenta y presidenta electa, Gisela Zaremberg. En sus manos recae una parte fundamental de esta nueva ruta para LASA.